lunes, 20 de septiembre de 2010


Algunas veces en la noche, yo pensaba en la belleza con que los poetas estremecieron al mundo, y todo el corazón se me anegaba de pena como una boca con un grito.
 Pensaba en las fiestas a que ellos asistieron, las fiestas de la ciudad, las fiestas en los parajes arbolados con antorchas de sol en los jardines  florecidos, y de entre las manos se caía mi pobreza.
 Ya no tengo ni encuentro palabras para pedir misericordia.
 Baldía y fea como una rodilla desnuda es mi alma.
 Busco un poema que no encuentro, el poema de un cuerpo a quien la desesperación pobló súbitamente en su carne, de mil bocas grandiosas, de dos mil labios agitadores.
 A mis oídos llegan voces distantes, resplandores pirotécnicos, pero yo estoy aquí solo, agarrado por mi tierra de miseria como nueve pernos.

                          El juguete rabioso  - R.Arlt

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